[:es]Durante mis años en la carrera de Bellas Artes, he ido transformando mi concepto con respecto a la escultura y mi relación con ella.
A diferencia del concepto clásico de escultura:
Escultura (Del lat. sculptūra)
1. f. Arte de modelar, tallar o esculpir en barro, piedra, madera, etc., figuras de bulto.
2. f. Obra hecha por el escultor.
3. f. Fundición o vaciado que se forma en los moldes de las esculturas hechas a mano.
Al margen de esta definición fría, la escultura es mucho más que eso: trasmite ideas, sensaciones, historias, recuerdos, nos hace pensar, evoca sentimientos…
La ruptura con la definición clásica viene, como con el resto de las artes, con las vanguardias artísticas y culturales de principios del siglo XX.
La escultura deja de ser el objeto tridimensional y figurativo para pasar a convertirse en un concepto, a veces llega a estar viva, se fusiona con otras ramas como el teatro, la danza, la naturaleza, lo conceptual, el objeto encontrado y convertido en escultura porque el artista le ha puesto esa etiqueta.
Que exista otra escultura no quiere decir que la escultura clásica haya muerto: al igual que a día de hoy la pintura sigue plenamente vigente, la escultura figurativa también existe y se siguen creado obras.
Hoy he querido poner el foco en esa otra escultura que nos pide «un poco más» de nosotros, nos pide que no seamos espectadores pasivos de la obra, ni que simplemente admiremos su belleza o la escena que representa, sino que interactuemos con ella, que investiguemos lo que nos quiere transmitir el artista o la propia creación, que puede tener su identidad propia, que sintamos, que buceemos en nuestros propios recuerdos y sensaciones para darle, e incluso, completar el sentido a la obra.
La obra que encabeza la entrada, Una historia que contar es una instalación que realicé en 2010 en la Facultad de Bellas Artes Alonso Cano de Granada al final del seminario «Arte y Reciclaje».
Las obras que ilustran este artículo son un pequeño resumen del primer año de Escultura en la Universidad con el profesor y escultor Alfonso Masó durante el curso 2004-2005. Las ideas de éste artículo están inspiradas en sus clases, planteamientos y escritos.[:en]Durante mis años en la carrera de Bellas Artes, he ido transformando mi concepto con respecto a la escultura y mi relación con ella.
A diferencia del concepto clásico de «escultura» que se tiene por definición:
Escultura (Del lat. sculptūra)
1. f. Arte de modelar, tallar o esculpir en barro, piedra, madera, etc., figuras de bulto.
2. f. Obra hecha por el escultor.
3. f. Fundición o vaciado que se forma en los moldes de las esculturas hechas a mano.
Al margen de una definición fría, la escultura es mucho más que eso: trasmite ideas, sensaciones, historias, recuerdos, nos hace pensar, evoca sentimientos…
La ruptura con la definición clásica viene, como con el resto de las artes, con las vanguardias artísticas y culturales de principios del siglo XX.
La escultura deja de ser el objeto tridimensional y figurativo para pasar a convertirse en un concepto, a veces llega a estar viva, se fusiona con otras ramas como el teatro, la danza, la naturaleza, lo conceptual, el «objeto encontrado» y convertido en escultura porque el artista le ha puesto esa «etiqueta».
Que exista otra escultura no quiere decir que la escultura clásica haya muerto: al igual que a día de hoy la pintura sigue plenamente vigente, la escultura figurativa también existe y se siguen creado obras.
Hoy he querido poner el foco en esa otra escultura que nos pide «un poco más» de nosotros, nos pide que no seamos espectadores pasivos de la obra, ni que simplemente admiremos su belleza o la escena que representa, sino que interactuemos con ella, que investiguemos lo que nos quiere transmitir el artista o la propia creación que puede tener identidad propia, que sintamos, que buceemos en nuestros propios recuerdos y sensaciones para darle o completar el sentido a la obra.
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La obra que encabeza la entrada, «Una historia que contar» es una «instalación» que realicé en -2010?- en la Facultad de Bellas Artes de Granada al final del seminario «Arte y Reciclaje».
Las obras que ilustran este artículo son un pequeño resumen del primer año de escultura en la Universidad Alonso Cano con el profesor y escultor Alfonso Masó. Las ideas de éste artículo están basadas en sus planteamientos y escritos.[:]