El Museo del Mañana

[highlight]El ecosistema museológico ha tenido «aletargada» la transformación digital durante demasiado tiempo. Tras sufrir una pandemia y gracias a una tecnología cada vez más accesible, inmersiva y prometedora… ¿Cómo experimentaremos el museo del mañana? [/highlight]

Creo que siempre he ido por delante de la adopción por parte del público general de las revoluciones tecnológicas y eso ha hecho que cuando sumaba tecnología + personas, al final, quedaba de friki.

En 1994, pedí para los reyes un «cacharrito» que estaba muy de moda en los entrepenuchis [1] y que la gente que me lee con cierta edad conocerá bien: una agenda electrónica. Pero mi agenda no era una agenda cualquiera, en un afán por alcanzar al público joven, Casio lanzaba la «Agenda Secreta». Un gadget, que en mi clase (y probablemente en todo el barrio) yo era la única persona que la tenía, con lo cual esa funcionalidad social tan chula de enviar mensajitos por infrarrojos, nunca llegué a usarla.

En 2009 me afanaba en compartir mi tarjeta de visita electrónica vía bluetooth a través de mi teléfono móvil (no inteligente) fracasando estrepitosamente. Las personas con las que la compartía, potenciales clientes o usuarios de mis servicios, no sabía dónde activar los ajustes de bluetooth de su teléfono; si había personas que sabían hacerlo, luego no sabían dónde iba a parar el archivo que les acababa de enviar y la terminaban perdiendo.

Parece mentira que un ajuste de nuestro smartphone tan imprescindible hoy (y que en la mayoría de los casos tenemos activado todo el tiempo ya por defecto) estuviera tan inaccesible hace años.

En los museos, sucedía igual con algunas exposiciones. Si el museo se las quería dar de modernito, recurría a información complementaria que dejaba en un código QR a sabiendas de que sólo las personas más hábiles con la tecnología y los dispositivos, serían capaces de acceder a esa «información encriptada».

Volviendo al presente, rara es la persona (de cualquier edad) que no tiene un teléfono móvil en su bolsillo, con el que escanea el código QR que hay pegado en las mesas de la terraza de un bar para echar un ojo a la carta.

La tecnología era (y sigue siendo) el monstruoso elefante en la sala al que, cada vez, le tenemos menos miedo.

En un mundo aceleradísimo, donde todo se vuelve líquido y fluido, los lugares que velan por la conservación de nuestro patrimonio cultural, tienden a replantearse a sí mismos a través del cambio de paradigma que ha generado la irrupción de la tecnología. 

En los museos y centros culturales, sobre todo en aquellos que tenían pequeño presupuesto, en épocas previas siempre estuvo el “elefante en la habitación” de la digitalización del archivo y la integración de la comunicación con la audiencia a través de canales diferentes, para alcanzar nuevos públicos, como las redes sociales.

Previamente a la pandemia, podíamos ver tímidos acercamientos aislados a las tecnologías que han permitido ampliar los archivos digitales a través de digitalizaciones sencillas en dos dimensiones.

Es un hecho que a raíz de la pandemia y el confinamiento, nuestra relación con la tecnología ha cambiado. Ahora ha pasado a integrarse de un modo más natural en nuestras vidas. Esta situación se alargó en el tiempo y nos obligaba a hacer nuestra vida en casa, conectados a internet. El contexto hizo que los museos y centros culturales que se nutrían de visitantes, tuviesen que abrazar la tecnología para poder seguir ofreciendo sus servicios y el acceso a la cultura a las personas confinadas, de una manera mucho más digital.

Unos años después de esos acontecimientos, podemos comenzar a mirar en perspectiva, ¿Cómo y qué cosas están cambiando o han transformado los entornos museísticos y centros culturales?

Aunque durante mucho tiempo fue costoso adaptarse a la digitalización y adoptar las nuevas tecnologías en los museos (y en otros ámbitos de la la vida), cada vez es más sencillo, gracias a una mejora de la alfabetización y conocimiento de la cultura digital forzada por la pandemia.

Algunas obras NFT en la Exposición Dart 2021 Criptoart is Now.

 

La tecnología ya está revolucionando la manera de acercarnos a la cultura.

El confinamiento estricto y todas las normas que vinieron despues para evitar contagios como el distanciamiento social o no poder tocar y compartir objetos, hizo que tuviésemos que replantear todas las actividades que se realizaban de forma grupal. Ese rediseño de las normas y actividades, impactó de lleno en museos, centros culturales y exposiciones, teniendo que repensar desde cero tanto los comisariados expositivos, como la gestión de visitantes para adaptarse a la nueva realidad.

Si algunos años previos a la pandemia, ya empezaba a dar sus primeros pasos entre early adopters en general la realidad extendida, fue durante y tras la pandemia que esta tecnología se vio como un claro medio y lenguaje que debía ser adoptado por los museos. Grandes y pequeños museos permiten ahora visualizar en realidad virtual sus exposiciones mediante recorridos 360º además de apostar más por esta tecnología inmersiva como medio, no solo de recreación de la realidad, sino de expresión, con su lenguaje propio y sus ventajas inmersivas e interactivas.

Además, otros tantos, permiten, no solo ya acceder a información complementaria de una obra mediante códigos QR, sino a auténticas capas digitales mediante realidad aumentada que podemos activar en el espacio real mediante las cámaras de nuestros móviles o tablets, que nos permiten un universo nuevo de interacción y juego que sería imposible en el mundo real sin ayuda de la tecnología.

No olvidemos tampoco los beneficios que pueden tener estas aplicaciones en la educación. La mayoría de los museos y centros culturales ya tenían programas educativos centrados en sus colecciones y comisariados. Al añadir un componente tecnológico dónde el límite de la creatividad lo pone la imaginación de las personas que lo llevan a cabo, permite acceder a un público más relacionado con la tecnología y a otras franjas de edad que quizás en otras situaciones no hubieran acudido a estos centros.

La democratización de esta tecnología también ha permitido que existan centros culturales 100% virtuales que solamente existen en internet. Este modelo es muy interesante si pensamos que podemos tener nuestro propio museo virtual, accesible a todas las personas que lo quieran visitar, en la franja horaria que más les apetezca, ya que están abiertos 24/7.

Junto con estos ejemplos, es interesante también el redescubrimiento de piezas protegidas contra el deterioro o espacios de difícil acceso, que han sido digitalizadas y puestas a disposición de los visitantes, en diversos formatos, como por ejemplo, las arquetas escaneadas en 3D, del Museo Nacional de Artes Decorativas o la Geoda de Pulpí, en Almería.

No obstante, aunque el uso y la aplicación de la tecnología pueda ser muy goloso si queremos ampliar nuestro público y mostrarnos como centros culturales o museos que están a la vanguardia, siempre tenemos que hacerlo desde una perspectiva crítica. Para ello, nada mejor que compartir experimentos, experiencias o casos de éxito con otras personas de nuestro sector.

Esta aceleración de la digitalización de la cultura ha permitido que existan redes como REMED (Red de Museos y Estrategias Digitales) desde la Universidad Politécnica de Valencia, apoyada por el Máster interuniversitario de Gestión Cultural. La red, constituida por profesionales, docentes, investigadores y empresarios culturales, nace con el fin de compartir conocimientos y buenas prácticas, así como para investigar y documentar, de qué manera se implementa la tecnología digital, como una más, de las geografías del museo.

Y no será la única, pues en junio de 2022, se celebró la segunda edición de CM Málaga, un encuentro internacional y multidisciplinar en el que, tomando como referencia los conceptos de «Cultura» y «Patrimonio», se debate sobre cómo las nuevas tecnologías están creando formas de gestión cultural y turística más sostenibles y digitalmente avanzadas, incidiendo en el desarrollo y la transformación de las ciudades y los espacios urbanos.

La tecnología y digitalización del sector museístico permite expandir el contenido de nuestras exposiciones, alcanzar nuevos públicos y llegar a más allá de nuestra comunidad local. Pero es necesario estar bien informados de lo que sucede y aprender de los experimentos o errores de los demás. Para ello existen redes de profesionales en las que compartir experiencias.

Kleos Cristina Enea: un paseo botánico-musical virtual por el parque - Cristina Enea Fundazioa

La app Kleos Cristina Enea desarrollada por Nomad Garden, explota al máximo la inmersión total que puede generar en un visitante la realidad aumentada (tradicionalmente vinculada a lo visual), la geolocalización y tiene al sonido como protagonista. Es un buen ejemplo de tecnología bien comisariada aplicada al discurso expositivo.

La tecnología que viene: 5 claves para el museo del mañana.

El camino de la adopción de la tecnología nos ha llevado hacia museos más digitales, más conscientes de su público y más retroalimentados. Pero ¿Qué tecnología viene con fuerza y de qué maneras las vamos a experimentar dentro del museo?

  1. Educación y Gamificación. Antes hemos visto que una parte importante de la irrupción de la tecnología, consiste en la revisión de los planes educativos y de mediación cultural del museo. En este sentido, el apoyo en la tecnología permitirá que conozcamos mejor las colecciones y las exposiciones mediante visitas guiadas en las que la gamificación será una parte muy importante. Aprenderemos sobre lo que estamos visitando divirtiéndonos y casi sin darnos cuenta.
  2. NFT y Blockchain. Es casi obligatorio hablar de los bienes digitales y del impacto que actualmente están causando en el mundo del arte y de la cultura. Gracias a estas nuevas realidades digitales, podemos vender piezas originales de nuestra colección mediante NFTs, crear pases digitales especiales e incluso donaciones voluntarias al museo, mediante pasarelas de pago integradas en nuestras experiencias o aplicaciones. Quizás la parte más interesante para los artistas es la posibilidad de poder firmar certificados de autenticidad mediante blockchain, pero no sólo eso, sino que al eliminar los tradicionales intermediarios, permitimos que los royaties para las personas creadoras sean más justos. Esto es algo que estamos viendo mucho en el mundo de la música, donde los creadores comienzan a tomar partido y explotar sus propias creaciones y derivados, al margen de la industria discográfica.
  3. Inteligencia Artificial (IA) y personalización. La inteligencia artificial ya nos acompaña en muchas de nuestras tareas diarias, por ejemplo en los asistentes virtuales de nuestros teléfonos móviles. Sin embargo han irrumpido con fuerza las inteligencias artificiales generadoras de piezas artísticas mediante los llamados prompts (frases que introducimos para generar las piezas). Aunque estas IAs están en pañales, sus creaciones generan resultados muchas veces espectaculares, indistinguibles de la mano humana. Quién sabe si en un futuro, existan sistemas que permitan que las inteligencias artificiales puedan ser capaces de crear museos/mundos virtuales, plenamente funcionales a partir de una relación de gustos, temáticas, palabras, estilos o artistas para nuestro deleite personal.
  4. El «museo localizado» como valor añadido. Parece mentira en un futuro lejano en el que los artistas van por su cuenta creando obras NFT y la inteligencia artificial puede crear museos a la imagen y semejanza de los gustos e intereses de cada persona, que el museo localizado en sí tenga algún tipo de valor. Pero hay algo que la inteligencia artificial (aún) no puede hace y es servir como nexo de unión de las personas para generar un entorno de aprendizaje al margen de las máquinas en el que surja nuevas teorías de pensamiento crítico y permita abordar problemas locales desde la cooperación comunitaria. Así es, los museos del futuro, además de tener sus propias colecciones y comisariados, servirán como espacios para la cultura comunitaria y la creación de laboratorios ciudadanos. Esto es algo que ya está sucediendo en algunas bibliotecas, centros culturales y asociaciones vecinales, por lo tanto, el paso lógico sería que también se sumen museos para fidelizar y afianzar sus comunidades, generando impacto positivo en su territorio, más allá de las visitas ocasionales.
  5. El Museo Aumentado en el metaverso. Hablábamos antes de capas digitales en nuestro entorno real a través de la realidad aumentada y los dispositivos móviles. Sin embargo, aún nos queda un salto tecnológico mucho más prometedor: las gafas de realidad mixta ligeras, vestibles y conectadas permanentemente a internet. Estos dispositivos van a permitir que nuestros espacios reales convivan con elementos digitales superpuestos con los que se integrarán e interactuarán. Estamos oyendo hablar mucho del metaverso, y parte del éxito de éste tendrá que ver con esta capa de internet espacial que, además podrá estar vinculado a geolocalizaciones (puntos físicos reales de nuestro planeta) así como a la descentralización del contenido.

A pesar de que la tecnología proliferará en el museo del futuro, hay que tener en cuenta el valor del museo como punto social de encuentro y espacio para la experimentación de nuevas narrativas.

Ejemplo de acceso a la cultura deslocalizada descentralizada, poniendo foco en el universo transmedia generado en torno al museo. (Info con más detalle en el curso de INMERSIVA XR.)

La tecnología crítica y la mediación tecnológica.

Si antes hablábamos de mediación cultural, también es importante hacer hincapié en la mediación tecnológica. Hay muchas cuestiones que plantear y resolver como mediadores de tecnología: ¿Cuando tiene sentido utilizar una tecnología? ¿Tiene sentido meter tecnologías en el entorno museístico «con calzador»? ¿Debemos copiar estrategias de éxito a otros museos o recorrer nuestro propio camino? ¿Cuánto nos va a costar abrazar esa tecnología? ¿Es esa tecnología un alien o está dentro de los planes estratégicos y comisariales del museo?

En algunos casos, los museos pequeños son reticentes a sacar la colección fuera de sus muros por miedo a perder visitantes. Este temor es infundado, puesto que si expandimos el concepto de nuestro centro expositivo fuera de su espacio localizado, realmente estamos llegando a un público nuevo y ganando en crecimiento orgánico. El museo debería ser el epicentro del contenido, pero éste se debería expandir por diversos canales de manera transmediática, dando un relato mucho más completo.

Un contrapunto que tenemos que tener en cuenta (y en la que en el Simposio de CM Málaga 22 se puso foco como conclusión) es que la tecnología se tiene que aplicar de manera sensata, desde el pensamiento crítico.

El museo debería plantearse cuestiones sobre las propias tecnologías y cómo son utilizadas en el entorno expositivo, también cómo las personas interactúan con ellas. Al fin y al cabo, la tecnología es una herramienta que ha sido diseñada por personas, y como tal, no es perfecta sino que tiene diversos sesgos en los que tenemos que poner foco.

Por ello, es importante que cuando el museo o centro cultural introduce una nueva tecnología, instruya también a sus visitantes y les haga abordarla desde una visión cuestionadora. La comunidad que gire en torno al museo, no debería nunca ser una comunidad pasiva. Debería ayudar a construir y co-diseñar el comisariado, aportando una óptica más abierta, integral y calideoscópica. Y para conseguirlo, se necesita un diálogo horizontal con la comunidad en el que los aprendizajes vayan en una vía recíproca.

Cuando pensamos en la adopción de la tecnología, siempre tenemos que hacerlo con una mirada crítica. Es importante integrarla de manera sensata ya que nos puede ayudar en nuestro plan estratégico y comisarial dentro del museo.

Tenemos muchas maneras de aplicar la tecnología en el entorno museológico y en centros culturales. Es de vital importancia estar al día y discernir sobre cuáles nos aportan y cuáles no son útiles o podrían ser incluso contrarias a los valores de nuestra propia institución.


[1] Entrepenuchi: Término inventado que hace referencia al estereotipo exagereado y negativo de persona emprendedora/empresaria.

Enlaces relevantes para ampliar información:

+ Exposición sobre NFTs del DART Milano Dart 2021. Criptoart is Now.

+Para saber más sobre tecnología aplicada en el ámbito de la museología, Eve Museos e Innovación es un buen punto de partida.

+ Como profesional de la XR aplicada a la cultura y el arte, pertenezco a la red REMED, donde en su día, desde AIDI/Macedonia, contamos la estrategia seguida con MADRIX.Space. Además, anualmente, celebran el congreso CIMED en el que participan empresas, instituciones, museos y centros culturales con un gran interés en estrategias de digitalización e innovación aplicada al sector.

+ En el último CM Málaga, se pudo ver la predisposición de los museos en aplicar las nuevas tecnologías en sus experiencias expositivas y comisariales.

+ Esta información es ampliada e ilustrada con más ejemplos en mi módulo sobre XR aplicada a museos, centros culturales y exposiciones en el Curso Online de Arte en el Metaverso con Realidad Aumentada y Realidad Virtual de INMERSIVA XR.

* La imagen de la portada ha sido creada con el promt «the museum of the future» en la IA generativa de imágenes Midjourney.