Le llega el turno esta semana en #ClasicosDiseño al high-tech. Este estilo es, principalmente, una corriente arquitectónica promovida por varios arquitectos ingleses (Norman Foster, Richard Rogers, Michael Hopkins…) que durante la década de los 70 desarrollan un estilo que pretende reaccionar contra los excesos del estilo Pop aportando un mayor utilitarismo.
En arquitectura, se caracteriza por el uso de materiales como el aluminio, los remaches a la vista, andamios, cristal para muros, receptáculos, ascensores, escaleras… Y por un aspecto minimalista e industrial donde los tejidos del mobiliario son los que aportan cierta calidez al espacio, que tiene un cromatismo inspirado también en De Stilj.
Aunque inicialmente, se amueblan estos espacios con mobiliario clásico de corte
racional-funcionalista, pronto aparecen piezas diseñadas para esos espacios por los propios arquitectos y por otros diseñadores industriales, como la silla Alluminium de Charles Eames.
El estilo high-tech sigue inspirando las formas de algunos productos (sobre todo electrónicos) actuales, especialmente cuando se les quiere aportar un aspecto más técnico e industrial: llevan el mecanismo a la vista, se da importancia a tornillos, cables o circuitos, y se usan materiales cromados y metálicos para realzar esa idea de producto de «alta tecnología».